Despertar ajeno al alcance de la mano. No, no son kilómetros de vuelo. A un milímetro de hurto. Como agua entre los dedos, o arena incontenible. A veces trueno - siempre tras los fuegos artificiales. Cristal, el celofán de un mundo que no se desenvuelve.
Por eso la voz reverbera. No desemboca. Porque ni tiene cauce, ni es puente. Como un maldito condensador de placas insalvable. Es un hoy infinito. Un ahora suspendido para siempre. Puedes saltar pero no caer. Y eso es lo mismo que no poder defenderse.
Una mano. Un milímetro. Hurto. La distancia más larga del quererte.