Que no me queda nada, constato. Los pies por las escaleras flamencas, grises, cuesta arriba.
Nada en esta caja de Pandora, ni en este corazón todo salmuera. Sirvo en modo autómata las funciones básicas. Trabajo, cocina y lavadoras. En el último resquicio intento. Y nada. Nada hay que mitigue la ausencia de tus ojos. Todo, todo es gris.
Yo. Yo. Yo - dicen. Yo. Yo. Yo - todo. Y una vida que se va por la ventana con el inexpugnable tic tac del rejoj. Sentado en el sillón. Reducida a un lamento. Yo. Yo. Yo - casi como un teléfono.
Ni siquiera me ves mientras me deslavo contra las paredes.
Triste, si no es ficción. Hermoso, si lo es.
ResponderEliminarUna bella descripción de ese desencuentro, un dónde estoy/quién soy si fui eso que alguna vez tuvo reflejo en esa presencia que se percibe inexistente. Y la vida nos va deslavando en el mientras...Besos.
ResponderEliminarQué soledad y qué frío más grandes. Un texto hermoso, pero lacerante.
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