La silueta se materializó caminando sobre la nada en el espejo. Tan deprisa que no alcancé a ver mis ojos ni a saber de qué lado me encontraba. Tijeras. Ella o yo. Ella y yo. Alternativamente aquí o en el reflejo. Alguna de las dos se apuñaló los hombros. Tijeras de coser ligeramente abiertas. Ella o yo. Ella y yo. Una de las dos se desvaneció - la otra acecha.
Muy bueno, exquisita dualidad. Besos.
ResponderEliminarEs un relato excelente, H. Muy beno, sí.
ResponderEliminarEn cierta forma, vivimos apuñalados por nosotros mismos, por un complejo de culpabilidad que nos pincha cada vez que intentamos algo diferente de lo habitual.
ResponderEliminarUna pesadilla de lo más real.
qué bueno es esto.
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