Tras cerrar el grifo, éste comenzó a gotear hacia adentro. La herrumbre crepitó por la garganta como placas de fiebre. Aún un soplo frío, mis ojos están ciegos. Como abrirse en canal hacia el invierno, esperando que la nieve sea blanca.
Y hay rojo por todas partes
en el calor del cuerpo que proscribo.
Tú no lo sabes - miento. Aunque no lo sabes. De raíz. No sonrío más que por fuera.
La película que nunca se habrá de estrenar no deja el celuloide intacto.
Escribes los galimatías más hermosos que jamás haya leído.
ResponderEliminarMe enacnto tu blog.
ResponderEliminarTe sigo!
Si queres, pasa por el mio y hojea mis letras, me gustaria mucho!
Besos
Es difícil no dejarse llevar por el hilo de tu pensamiento, que yo sitúo en el límite de la prosa poética y del poema en prosa. Convocas imágenes en libertad sin las ataduras de un argumento. Eso es muy arriesgado, porque hagamos lo que hagamos, estamos sujetos a las leyes de Newton, y qué fácil es perder el equilibrio cuando convocamos esa espontaneidad. Pero merece la pena leerte.
ResponderEliminar¿Es el rojo el que circula por el interior, manteniendo la nieve fuera? o ¿hemos dejado todo el fuego en nuestra epidermis y nos hemos tragado el frio?.
ResponderEliminarHermoso texto.