14 jul 2010
Epílogo
Tres cuervos al pie de mi ventana.
He llegado a casa
diciendo tu nombre en voz alta
como un pájaro
libre.
En este vacío
que ensancha por momentos,
como un desierto escrito
en mexicano.
Enumero nuevamente
la brevedad de tu ropa,
la sonrisa perdida,
el mes de abril,
y si llego a Counting Crows,
me deshago.
Y si llego al principio...
He construído en barro.
Cuando tu soplo derriba mis cimientos,
de golpe y cuesta abajo.
Hay un cadáver
debajo de las sábanas
que piensa que respira.
Tres cuervos en mi ventana,
sin significado
en esta ausencia de ti.
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Estoy harta de estar triste en verano. Deberíamos ser felices, muy felices. Nos lo merecemos.
ResponderEliminarBello poema. Es difícil sentirse bien si no se tiene un espejo donde reflejarse la felicidad, pero es posible. Y belleza del hemisferio norte que tiene ese verano explotando en ardores...aprovéchenlo en nombre de los congelados del sur! jajajaja Besos.
ResponderEliminarLas ausencias duelen demasiado cuando aún hay tanto presente de aquellos ausentes.. muy bueno gracias por compartir!
ResponderEliminarcómo un desierto escrito en mexicano...
ResponderEliminarlasha de sela, el desierto, deberías escucharla...
me encantó esta entrada!
¡ Ánimo irmá !
ResponderEliminarUn epílogo es una explicación de lo que ha terminado. ¿Deberíamos explicar lo que ya no es?
ResponderEliminarMe gustan más los pájaros libres que los cuervos. Es cierto que los primeros se sienten solos muchas veces, y caen en la tentación de enumerar cosas, tararear viejas canciones sobre amores accidentales (o algo así), y explicar finales.
Pero los pájaros libres son siempre aves de buen agüero.
Disparad al cuervo para que se esfume.
ResponderEliminarTe dejo de visitar un tiempo y me cambias la decoración de tus entrañas.
ResponderEliminarHablas de cuervos pero yo veo flores.
Sonrío.