25 ene 2013

Primera ley de Newton


Ni seguir el uso de tu ausencia.
Ni echar el punto y aparte.
Este freno de mano no funciona
tan bien como la primera ley de Newton.

Y así, el cuerpo en movimiento
no se detiene.
Tampoco sus entrañas,
que centrifugadas regurgitan
en círculo un motor eterno.

Autoconmiseración de primera,
al traste con todo.

Tu ausencia,
                  mi nostalgia,
      tu ausencia,
                          mi apátrida destierro.

(Yo, que me jactaba de mi
no-correlación con la geografía,
descubro haberme cartografiado
en tu cuerpo).

Y ahora soy de nadie.
Con nadie.
En ningún lugar.

Borradas tus coordenadas
sigo, impasible,
un bucle que no desemboca.
La tangente de algo que no existe.

Y me pregunto, amor, ¿hace frío?
Love, ¿te ha llegado el invierno?

Bastaría tomar tu silencio como
atajo al olvido,
y no perpetrar la espera con
ganzúas nostálgicas.

Bastaría. Mas no toca el suelo.
Ni cae, ni se levanta.
Sólo sigue.

Y no hay rumbo,
ni mañana, ni palabra, ni voz,
en este segundo de accidente
de tráfico
que desbroce el silencio.

Como mi cuerpo
tocado por esa ley de Newton.
Ingrávido y absurdo satélite,
sin motivo,
ausente de tu mapa y trayectoria.

8 comentarios:

  1. Fiel a tu estilo, se destila por obra de la química, no tanto de la física, el desasosiego de la lejanía. Bello poema, hay que ser valiente de incorporar a Newton en la poesía. Besos.

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  2. La poesía es pura química a la que le gusta jugar y esconderse. Una química de infinitas fórmulas informulables.

    Me encanta tu laboratorio.

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  3. Me gustó, mucho. Pura poesía (meta)física. ;)

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