No sé en qué momento comencé a dudar de cada uno de mis pasos.
Dejé caer el vaso a medio lavar. Salí corriendo tangente de tu curva.
Ciega.
En qué momento empecé a dejar este medio metro de aire,
esperando que lo cruzaras, un día.
Como un océano.
Pero hay un pozo sin fondo.
Es un abismo que espero. Líneas de alta tensión, o cuchillos.
Mañana, de deshielo.
Necesito que me abraces cuando tengo un mal día.
Que que dos y dos son cuatro sólo antes de la noche.
Y luego, nada suma.
Desabrocha el silencio del cristal que roto dice "corta",
y desviste el estéril embrollo de esta hesitante usura.
Franquéame el espacio que retraigo hasta el nudo,
allá donde naufrago implosionando y freno.
Abrázame hoy,
que sin ti, no hay suma.
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