9 nov 2009
Quieto
Quieto. El mundo se detiene como una caricia, leve. No ha amanecido hoy y entre la bruma nadie se agita. Ni siquiera las voces de lo pájaros. De hoy a nada. Como un sonido en off con piano al fondo y el vaho escapándose de la boca. No se han apagado las farolas y el tiempo no escurre sin la lluvia.
Me pregunto cuánto más aguantaré este sostenido. Este ir y venir constante que es como contener el aliento. Cuánto más habré de aproximarme, qué sentido. Espero, dando vueltas al corazón como un reloj de cuerda. Ilusión óptica, pájaro y jaula. Los grajos invaden el grave de mis 60 latidos que tiemblan directo a la mejilla cuando abres la puerta.
Frágil, equilibrio. Nuevamente frágil. Por momentos eres como andar de puntillas y de pronto una corriente y frío. Busco la línea que caminas y desplazas, a antojo, como si se tratase de otra textura en el aire. El enigma que ni siquiera asoma a tus ojos como un duermevela.
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El amor ausente hila siempre tus palabras... (dudo de que su verdad se esconda más allá de la ficción de tus letras)
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