Hoy llueve por dentro. Sí, también por fuera, pero nada que ver.
Una sucesión de cuatro acordes en acústico, arrastrados de grave a agudo, que se cuelan bajo el maquillaje.
He quemado tantas naves sin generar ningún fuego. Salvo en tus brazos.
Hoy todo está mojado.
Un rimmel que no se desata, un recado que no dejas en el contestador. _____ . _____. _____. Un parpadeo insolente.
Todo suena a líquido e imperdurable.
Debe ser la oscuridad creciente tras la espalda, los faros de los coches fluidos y las gotas que caen.
Los pedazos de risas se descascarillan como hojas de otoño. Las noches abarrotadas que antes llenaban el espacio, rotas como un cristal. Algo me dice que la alegría no se puede contener. La desdicha...
Cuando quiera volver no sabré regresar, aunque poco importa si no se puede retroceder al principio.
Será quizás es sólo este blues, que llueve por dentro. O quizás el blues es sólo una excusa para tener un motivo. Cursor intermitente.
La tristeza deambulando, callejera y nocturna, como un fantasma azul.
ResponderEliminarEs el tipo de lluvia que todo lo desbarata.
ResponderEliminarLa lluvia que proclama la guerra interminable entre tus cuatro paredes de carne.
La lluvia que trae las tristezas que no se callan.
Llueve de forma insistente e intermitente en el interior.
(El blues a menudo se vuelve doom.)
Un abrazo. Desde el Laberinto.