Este dolor, este dolor no es nada. Es como una batalla que no gana una guerra. El resto es un silencio abrasador. Un silencio de ecos que deambulan fantasmagóricamente entre los muebles. Aquí una caricia, allá un desplante. Soledad de hora punta.
Esto es un ring de cuatro paredes. Boxeo absurdo contra una sombra. Me dejo K.O., me levanto, lo intento. Y sigo atrapada en este mismo engranaje.
Las batallas sin enemigo a la vista son las más temibles. Incluso en la victoria, duele no ver enfrente una bandera blanca, sino silencio.
ResponderEliminarTriste armisticio es la rúbrica muda.