No quiero encender las estrellas.
Ni saber de Sabines, Sicilia o Villoro.
No quiero pensar en el gigante que camina
sobre los techos de Lieja.
No quiero desdecir tu peyotl,
ni perder al scrabble, ni escuchar a Cohen.
No quiero rebatir tus argumentos,
ni interrumpir tus teorías.
No quiero olvidarme de tus cuentos,
cocinarte guisantes, ni dormir tus películas.
No quiero hacerme pedazos,
u objetar los encuadres de tu fotografía.
Pero. Sin embargo.
Hallelujah.
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