Aquella vez dijiste:
"Un beso por cada estrella en el cielo de Madrid"
- N, desde Holanda.
(Perdona que te cite).
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Nunca te dije que
en Madrid no hay estrellas,
ni besos,
ni clavículas.
Que recorro el vacío
de surtidores noctámbulos,
las manos contra el cristal
sobre esta ruta insomne,
observando la inmutabilidad
del ritmo frenético.
Nunca te dije que
en Madrid no hay estrellas,
tan sólo porcentajes y estadísticas.
Que me huyo
hacia adelante a cada paso,
en el crescendo automobilístico
del ruido.
Y no sé a dónde voy.
En este elenco de
bares, cláxones y ofertas.
Entre entre guirnaldas eléctricas
y piercings de extrarradio.
Nunca te dije que
en Madrid no hay estrellas,
y no sé a dónde voy.
Y los grafitis de barrio,
patéticas poesías,
son ecos de los pasos
que nadie lamenta.
Nunca te dije que
en Madrid no hay estrellas,
ni besos,
ni clavículas.
En esta soledad tan prieta,
de escasos rascacielos.
Es una bella poesía, inclusive podría ser una hermosa canción. Cuando no hay ojos para ver, nublados de nostalgia, suelen perderse las estrellas de cualquier cielo. Besos.
ResponderEliminarlas clavículas...yo pretendí recuperarlas para regalárselas a alguien y ver juntos las estrellas de ese cielo del que hablas; fallo. Son mías.
ResponderEliminar¿Es posible la vida sin estrellas ni clavículas? Si lo es, no creo que merezca la pena.
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