No puedo hacerme morir a trozos. No sé tirar la toalla. No puedo extirparme algo que no encuentro. Nadie me ha enseñado a rendirme. Mentalmente golpeo la piedra como un miguel-ángel cualquiera. Y calla.
Qué maldito silencio.
El caso es que te amo. Con toda la fiereza con la que se combate a Dios. Debe de ser eso, me digo, la sonrisa más triste. Esperanza amarga como herida que retumba en los momentos de niebla: Una mentira que emponzoña el corazón.
Desbocadamente.
¡Habla!
Si pusieras tus textos dispuestos en estrofas, no perderían un ápice de fuerza. A veces me suenan a poesía,... de la que apenas entiendo.
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