No me queda sino saber que existo. En algún punto periférico de tu memoria, accesible sólo por la noche. Existo. Intermitente, como las palabras que escribo o el timbre del teléfono. Tu voz de madrugada termina con este interrumpido diálogo. Recomienza. Baila con mi mente.
Tacones sobre un vinilo con arena. En rewind todos esos mensajes de deseo. Como un mar de fondo incontenible que no ha de ser - repito. Entropía menguante, piezas que encajan. Existo. Punzante. Agudo. Con nocturna alevosía. Casi como un corazón.
[No].
La existencia nocturna, aunque sea intermitente, cunde más que el comportamiento diurno, mucho más previsible. Se puede hablar con propiedad del reino de la noche, pero no del reino del día. Se puede cuestionar si existimos de noche, para otra persona o para nosotros mismos. De día ya conocemos la respuesta. Y no suele interesarnos. Bienvenida la alevosía nocturna y los latidos sonoros como tacones, aunque sean menguantes.
ResponderEliminarAunque sólo fuera en el recuerdo...
ResponderEliminarEs la mejor manera de existir que se me ocurre.
ResponderEliminarExistir intermitente, como dice Sabines, morir solo una semana.
ResponderEliminarUn abrazo
Existes, sí. De hecho te he buscado por entre las cosutras del facebook (sonrío) y te encontré... pero estabas dormida.
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